¿Estará construido mi ataúd? Pensó el hipocondríaco.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
¿Estará construido mi ataúd? Pensó el hipocondríaco.
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Comenzó a limpiar con obsesión, una, dos o tres docenas de ocasiones la misma superficie de la loseta. Por mucho que la limpiase no la veía limpia. Insistió sin descanso, arrodillada sobre el suelo. No dormía ni comía a penas. Sólo quedó satisfecha cuando 50 años más tarde consiguió borrar un milímetro de la superficie y ver asomarse la nada. Sonrió. Emitió una especie de chillido victorioso. Entonces supo que tal cosa era posible y prosiguió afanosamente.
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