-Señor.. ¡Creo que nos hemos perdido! – Comentó el espartano a su general en cuanto de repente aparecieron en mitad de Times Square.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
-Señor.. ¡Creo que nos hemos perdido! – Comentó el espartano a su general en cuanto de repente aparecieron en mitad de Times Square.
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Levantó una mano y, de forma jocosa, le preguntó a su amigo:
-¿Cuántos dedos hay aquiiiii?
-Los mismos que va a haber estampados en tu puta cara en forma de puño.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Me comí con deleite aquel apetitoso croissant, calentito, recién salido del horno. Era un placer para el tacto, para el olfato, pero sobre todo para la paladar ya que aquel pedazo de exquisitez sabía cien por cien a mí.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
-¿Me quieres?
-Claro que te quiero.
-Pero, ¿cuánto me quieres?
-Pues mucho.
-¿Y cuanto es mucho para ti?
-No se mujer, pues, mucho es mucho.
-Ya, pero ¿qué serias capaz de hacer por mi?
-Cualquier cosa.
-Eso es fácil de decir, pero matarías por mi?
-Depende si estuvieras en peligro…
-Y si yo te lo pidiera?
-¡Mujer, que locura dices!!
-Que, lo harías o no lo harías?
-No, no lo haría, no mataría a nadie solo porque tú me lo pidieras!!
-¡Ves, ya sabía que no me querías lo suficiente!!
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© Alegría43- 2008 (Todos los derechos reservados)
Acompañado por delicadas láminas de patata perfumadas al fino aroma de puerro, zanahorias baby, virutas de jamón de bellota y puré de manzana ligeramente ácida. Ah y regado por un buen Chianti de la mejor cosecha.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
-Vengo a que me corte el pelo.
-De acuerdo.
-Pero le ruego que esta vez use las tijeras y no las manos.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Un buen día estaba Dios tan harto del comportamiento de la humanidad que decidió darles otro merecido castigo. Como con el agua no había funcionado y tampoco había surgido efecto con el fuego buscó y buscó hasta dar la forma con que escarmentar a sus amadas criaturas. Al final lo encontró y de la manera más sencilla: Tomo a todos y cada uno de los hombres y mujeres de este insignificante planeta y los esparció por el universo. Les asignó un planeta habitable a cada uno de ellos para que así viviesen el resto de sus días en la más estricta y rigurosa soledad.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Estaba tan, pero tan, tan, tan, tan aburrido que comenzó a escribir la historia de su vida…
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
De pie en el finger 14 del JFK, aterido de frío, el chico preguntó a su padre:
— Papá, la próxima vez que viajemos a América, ¿podré hacerlo dentro de la cabina?
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Y fueron por siempre hermanas siamesas unidas por los cartílagos de las orejas.
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-¿Por qué mató a su mujer? – le preguntó el comisario. El asesino, que permanecía sentado sobre la silla, aun con la camisa aun manchada de sangre, alzó lentamente su rostro. Su boca no dejaba de esbozar una extraña y maliciosa sonrisa.
– Yo no mate a mi mujer – contestó sin titubeos y mirándole fijamente a los ojos. – Yo sólo maté a la enfermedad que la estaba atacando.
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Érase que se era lo que quería ser pero no era por lo que un buen día decidió ser pero como no sabía cómo empezar no pudo ser lo que era; así que después de darle cien mil diferentes vueltas se fue asqueado a la playa a sentarse a la orilla y contar granos de arena, cosa que en ese momento le parecía una cosa mucho más divertida que tratar de ser lo que era y le hubiera gustado ser porque no era.
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-Encantado de leerle
-¡Ah! Gracias… ¡Encantado de ser leído!
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Érase una vez un cuento tan, tan antiguo que cuando fueron a leerlo se destruyó en mil pedazos.
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Parecían como dos árboles en mitad del desierto. Permanecían abrazadas, la una a la otra. Eran muy extrañas, ambas vestían igual, una camiseta blanca de manga corta y un pantalón tejano; una de ellas era muy alta y la otra muy bajita, las dos con el pelo corto y rizado, sus rostros poseían rasgos simiescos que también se apretaban hacia el centro de su rostro como si estuvieran haciendo en ese momento muchísima fuerza. La gente que las veía al pasar por la calle no se paraba a preguntar que estaban haciendo aquellos dos personajes allí; si por ejemplo esperaban a alguien, o se habían perdido o si por sus expresiones se encontraban aterradas por algún suceso desagradable reciente que les podía haber sucedido. Nadie se les acercó. Nadie les preguntó. Nadie se compadeció de ellas. Nadie supo hasta cuándo permanecieron las dos allí, de pie, agarradas la una con la otra formando un solo y compacto ser. Su presencia se convirtió en una incógnita. Un enigma perpetuo incluso hasta para ellas mismas.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
-Sin ti me siento vacío.
Le dijo el vaso a la botella.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Regresó de vacaciones. Se lo había pasado en grande, la felicidad le embriagaba. Habían sido las mejores vacaciones de toda su vida…
La primera hostia se la dieron al abrir el buzón de correo y ver la docena de cartas de los bancos anunciándole a bombo y platillo que estaba en números rojos. La segunda hostia fue descubrir que le habían robado en casa y no le habían dejado ni las telarañas. La tercera (y la más dura) fue despertarse en una cama de hospital seis meses después tras sufrir un terrible ataque al corazón.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
-¿Y usted por qué escribe?
-Yo escribía ya antes de nacer… en el mismo vientre de mi madre.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
-¿Y usted por qué escribe?
-¿Y por qué no tendría que hacerlo?
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
-¿Y usted por qué escribe?
-Porque de mi novela van a hacer una película y tu has de ir a verla.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Se dio cuenta de que era un maniquí en cuanto le pintaron uno de los ojos.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Escuchó el ensordecedor estruendo pero no vio a la enorme ola, abalanzándose hacia su coche, hasta que no giró en la siguiente curva.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Mientras su amiga no hacía más que hablar y requetehablar de cientos de millones de estupideces, una detrás de otra y sin pausa ni si quiera para respirar, ella se imaginaba flotando en mitad del océano, sintiendo como la corriente le arrastraba hacia una playa, virgen, de una isla paradisíaca, donde viviría muy feliz el resto de sus días.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Poquito era tan poco que de un sólo estornudo se llenó todo de mocos.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Ya estaba decidido. Estaba harta de que todo el mundo la tratase como una mierda, que le dijesen que no servía para nada; así que fue con su vespa al Akelarre y le prometió prestarle su jodido útero a Satán. Eso sí, a cambio de ser tan o más famosa que la mismísima Virgen María.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
– Deseamos -pidió la pareja a la genia- ser completamente felices.
Y la genia, concediéndoles el deseo, les volvió tontos para siempre.
Amparo Bernad – 2008
– ¡Vengo a que me corte el pelo!
– De acuerdo, pero esta vez… ¡Le pienso anestesiar!
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
-¡Las piedras no hablan!
-¡Yo soy una piedra y si hablo!
-¿Y cómo es eso posible? – Le preguntó mirando el pequeño guijarro depositado en la palma de su mano.
-Pues no tengo ni puñetera idea, pero puedo hablar.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Tenía tanto afán de protagonismo que destruyó el universo para crearse uno a su imagen y semejanza.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Cortó por lo sano sin darse cuenta de que lo hacía por encima de él. Su decisión dejó huella: un cráter en el suelo de unos 14 centímetros.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
-!Nos han engañado! !Esto no es un jacuzzi!- gritó el mejillón al resto de sus compañeros.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
– Si yo soy tú y tú eres yo, ¿quién es ese de ahí delante?
– Esta mañana ¿has tomado las pastillas?, preguntó Tú.
– Ah –respiró Yo aliviado y Tú y Ese se desvanecieron.
Amparo Bernad – 2008
Se dio cuenta que no utilizaba los pulgares para escribir a máquina por lo que decidió amputárselos. Al cabo de un par de días les sucedió lo mismo a los meñiques y a los anulares. Sólo se dejó los dos índices y el dedo corazón de la mano derecha por si un día su editor le mandaba a la mierda y él tenía que utilizarlo de forma amenazante.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Había sido un pesimista hipocondríaco durante toda su vida. Pilló una depresión profunda y más de una vez llego a estar al borde del suicidio. Hasta que un día descubrió que lo único necesario para transformar toda su alergia en alegría era un simple cambio de disposición, en una letra.
…y desed enotces le munod ay canun vlovoi a res el misom.
© Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)
-¿Quién soy yo? ¿Y quién eres tu?
Preguntó una mano a la otra.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Vivieron siempre muy unidos y en perfecta armonía… hasta que el cuchillo los separó en finas lonchas.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Escribió su primer, último y «único» libro como a él le gustaba, como él deseaba, todo a lo grande, todo escrito con inmensas letras mayúsculas. Después de ello fue condenado a no publicar jamás por atentar contra el medio ambiente. Con sólo ese ejemplar había hecho desaparecer el ochenta por ciento de la masa forestal del planeta.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
-¡Mamá!¿Dónde estás?
– ¡Aquí hijito junto a la duna!- Escuchó a lo lejos.
-¿Dónde? ¡No puedo verte! ¡ESTO ESTA LLENO DE GENTE!- Gritó desesperado el pequeño grano de arena.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
-Deseo… ¡Deseo dormir! Sí, me muero de sueño. Hace una semana que no pego ojo y quisiera dormir una eternidad. Además si es posible lo más aislado del mundo. Hasta que haya descansado lo suficiente.
– ¡Pues qué así sea! – Sentenció el genio de la botella.
Despertó millones de años más tarde, durmiendo dentro de un ataúd, a varios kilómetros bajo tierra.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Por fin supo cómo evitar para siempre el dolor. Mientras su padre apaleaba su diminuto cuerpo con toda su ira él contemplaba la escena desde el techo, a través de la extraña perspectiva de su cuerpo astral.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
-¡Se lo advertí! ¡Se lo dije unas mil veces! ¡¡Nunca intente descubrir que se encuentra detras de la cortina!!
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Supo que todo había terminado en el otro continente cuando vio aparecer restos de civilización sobre la orilla de la playa.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
-¿Eres racista?
– No, soy ciego.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Sabía qué ritual seguir: publicar la noche de san Juan un post pidiendo que todos los deseos que tuviera y que tuvieran los lectores del post se cumplieran, y todo durante muchas vidas. Así que lo hizo y a medianoche y tres minutos ya estaba acabado…
© Eva Royo – 2008 (Todos los derechos reservados)
Cuando estaba subida en la azotea del edificio de correos todo el mundo quería escucharla, la policía, los bomberos, la psicología, incluso un montón de gente que no conocía y que le gritaba:”no saltes”.
Era la primera vez en su vida que le prestaban atención y la escuchaban, pero también fue la ultima.
Su gris existencia termino un día gris y sin importancia.
© Tristeza – 2008 (Todos los derechos reservados)
-!Empuje! ¡Empuje! – le aconsejó el médico.
Ella no hacía más que empujar. Con todas sus fuerzas. A cada embestida notaba como las venas del cuello y la sienes se hinchaban como mangueras a punto de estallar. El dolor era horrendo pero ella no hacía más que decirse que «aquello merecía la pena.»
– ¡Ya falta poco corazón! ¡Dentro de pocos segunditos podrás abrazar a tu hijo! – le animó la comadrona mientras le agarraba con fuerza de la mano derecha. – Un empujoncito más y ya habrá acabado todo.
Ella obedeció. Fue curioso porque de repente sintió como una extraña ventosidad en el interior de su útero y tras ella una curiosa sensación de alivio. Sonrió extenuada. Por un momento creyó que su hijo por fin había salido de su interior.
Entonces se percató de que algo no iba bien. Lo decía el rostro de su marido. Se había vuelto pálido. Su mirada era una mezcla entre sorpresa y terror. Las manos le temblaban y con ella la videocámara que había comprado para filmar aquel mágico momento. Ésta no aguantó mucho tiempo en sus manos y acabó estrellándose contra el suelo.
– ¿Qué sucede? – Gritó ella- ¡QUÉ LE PASA A MI HIJO! ¿QUÉ LE SUCEDE A MI PEQUEÑO?
El doctor se asomó por encima de sus piernas, poco a poco. Su mirada no se diferenciaba mucho a la de su esposo. En sus manos no se encontraba su pequeño. Más bien algo parecido a ¡UNA LINTERNA!
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Había sido el único superviviente del naufragio. Llevaba 50 días en aquella isla. Había aprendido a luchar sobre todo contra el viento, la lluvia y los feroces caníbales de una isla cercana. Ahora se encontraba sentado sobre la arena, contemplando las gaviotas, aburrido. De repente un destello azul en el cielo lo cegó por unos segundos. Los suficientes para no ver la lluvia de macarrones ardiendo que le impactó sobre la cara causándole quemaduras de tercer grado. Pero eso no fue lo que le mató. Murió por las diversas heridas profundas producidas por el cristal del plato que venía a continuación.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
«Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible».
Serán cosas de la edad, pero estoy completamente segura de que hace sólamente un minuto he metido un plato de macarrones en el microondas para calentarlo.
¿Dónde están mis macarrones?
…y lo que es peor:
¿Qué hace una bota usada dentro del microondas?
© Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)
Era el mejor cardiólogo del mundo. Un día su corazón enfermó. Como no se fiaba del resto de sus colegas decidió realizarse el trasplante él mismo. Murió en cuanto separó el corazón dañado de su cuerpo.
Su viuda lo denunció, por negligencia. Ganó el pleito y se hizo millonaria.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Entró en la plaza y cortó dos orejas y un rabo. Actualmente cumple condena por intento de homicidio con agravante.
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Entró a la cueva a cazar un oso y salió con uno agarrado de la mano.
Dedicado con mucho cariño a Luis y Salva.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Abrió la puerta y salió del armario.
No había punto de comparación, afuera había mucha menos gente y se respiraba mejor.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Mi homeo me ha confesado que, entre dos opciones, tengo que escoger la que me haga más feliz, porque si estoy feliz, estoy bien; si estoy bien mi cuerpo está más sano, y que, de todos modos, la perfección no existe.
© Eva Royo – 2008 (Todos los derechos reservados)
Jung decía que había un inconsciente colectivo para toda la humanidad con todo lo que se había sentido y aprendido hasta el momento. Esto presupone que el ADN se modifique a lo largo de la vida. Freud decía que a través de la conciencia podíamos llegar al subconsciente pero nunca al inconsciente.
Yo sólo tengo consciencia individual de mi felicidad inconsciente.
© Eva Royo – 2008 (Todos los derechos reservados)
He decidido no hacerte ya caso. ¿Tú qué piensas?
© Eva Royo – 2008 (Todos los derechos reservados)
Eres tan predecible…, repitió ella. Él asintió resignado y le preguntó que qué tenía eso de malo mientras deslizaba, sin ser visto, un somnífero en su bebida.
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Querer es poder, dijo él. Pues yo quiero que tú no puedas, dijo ella.
© Eva Royo – 2008 (Todos los derechos reservados)
Entré corriendo a devolver las lentejas. Al verlas sobre el mostrador, la dependienta hizo un gesto de disgusto y, sin decir palabra, puso encima un cuarto de ensaladilla.
© Laura Moya, Richard Archer y Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)
Dicen que dijo el río llegando a la mar:
¡¡¡ Aparta, que voy !!!
© Laura Moya y Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)
Era to-todo un espe-pecialista en ta-ta-ta-ta-rear ca-a-anciones.
© Laura Moya, Richard Archer y Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)
Se pasaban el día discutiendo y decidieron poner fin a su relación. El pie derecho se fue a la izquierda y el pie izquierdo a la derecha.
© Laura Moya, Richard Archer y Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)
-¡Vamos a escribir un cuento juntos!- Le sugirió entusiasmado a su amigo.
-¡Vale! ¿Como lo hacemos?
– Muy fácil. Yo voy pulsando las vocales y tú las consonantes.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Allí había gente de todas las razas y credos: blancos, negros, amarillos, rojos, azules, verdes y hasta a topos, cristianos, judíos, musulmanes, budistas y hasta satánicos. Todos juntos, todos unidos, todos pasándoselo bien, en completa comunión. Lástima que ya no hubiera ni una puta mierda para comer.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
En cuanto la conocí me enamoré de sus ojos de almendra.
Dulce, dulce mirada.
Todo lo demás era cáscara.
“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)
Le dispararon, a bocajarro. En vez de sangre de su cuerpo comenzaron a salir letras. Éstas, derramadas en el suelo, crearon una novela negra.
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No sabía porque la detenían hasta que se puso las gafas y vio sujetaba de la mano a un niño que no era su hijo.
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-¿Por qué no quieres crecer?- le preguntaron sus compañeras.
-Porque si lo hago, como lo estáis haciendo vosotras, me cortaran y luego me cocinaran.
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-¡Por fin libres!- Gritaron los cinco dedos de la mano, todos al unísono, tras salir de la prisión del guante.
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-¿Tu a quién quieres más a papa o a mama?- Le pregunta una abuelita a su nieto
– A ninguno. – Le contesta el niño.
-¿Y eso?
– Pues a Papá no porque se pasó siete de los nueve meses que estuve dentro de mi madre noche y día golpeándome la cara con su jodido pene. Y mamá tampoco porque se pasó todo el puñetero embarazo tratándome de sacar de su barriga con la punta de una percha oxidada.
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-¿Tu cómo ves el vaso, medio vacío o medio lleno?- Le preguntó un depresivo a otro.
-Lo veo roto en mil pedazos sobre tu estúpida cara.
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En un arrebato el final mató al principio por mera envidia. Entonces se dio cuenta que su vida no tenía sentido y dejó de existir.
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¿Estará construido mi ataúd? Pensó el hipocondríaco.
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Recorrió el mundo buscándose a sí mismo sin ningún resultado. Cuando por fin llegó a casa y se asomó al espejo del cuarto de baño descubrió que por fin se había encontrado.
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Cerró los ojos y sus zapatillas dejaron de hablar.
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Descubrió que no era de carne y hueso tras caerse de la estantería y romperse en mil pedazos.
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Sonó el timbre. Caminó sigilosamente por el pasillo para no hacer ruido. Se arrimó a la superficie de la puerta, casi sin respirar. Miró a traves del diminuto agujero de la mirilla. Descubrió que era él mismo que venia a visitarse. Decidió no abrir. No le apetecía ni lo más minimo tener que hablar horas y horas consigo siempre de lo mismo.
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“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)
Por fin se había decidido a meterse en el agua. Después de acudir al psicólogo durante 12 años para vencer su miedo al mar. Sintió el agua en sus pies y se estremeció. Tenía que superarlo. Avanzó con miedo pero decidida, con su esplendido bikini nuevo y su pelo ondeándole al viento. Se sentía bien a pesar de todo. Lo estaba superando, sentía que lo estaba superando…
El cometa se estrelló contra el océano con una fuerza devastadora. La inmensa ola que se formó tras el impacto barrió todo lo que se encontraba en 5000 kilómetros a la redonda en escasos segundos.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
– ¡Muy buenos días!
Silencio.
– ¡Muy Buenos días!.- Repitió por si no lo había escuchado.
Silencio.
-¿Por qué no me da los buenos días? – Le preguntó molesto.
– Porque son míos y sólo míos. – Contestó su interlocutor.
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De tanto ir a cantar a la fuente, al final se le rompió el alma.
“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)
– Papá, papá, cuéntame algo…
– ¿Qué quieres que te cuente?
– No sé …un cuento que no se acabe nunca: ¡El de la familia numerosa!
– Está bien, está bien: «Había una vez una familia de números que eran todos primos entre sí. Estaban el número 1, el 2, 3, 5, 7, 11, 13, 17, 19, 23, 29, 31, 37, 41, 43, 47, 53, 59, 61, 67, 71, 73, 79, 83, 89, 97…».
“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)
– ¿A qué piso?
“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)
a, e, i, o… o… o… o…
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¡Ay!
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Todo acabó de repente, antes incluso de haber empezado.
“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)
Comenzó a limpiar con obsesión, una, dos o tres docenas de ocasiones la misma superficie de la loseta. Por mucho que la limpiase no la veía limpia. Insistió sin descanso, arrodillada sobre el suelo. No dormía ni comía a penas. Sólo quedó satisfecha cuando 50 años más tarde consiguió borrar un milímetro de la superficie y ver asomarse la nada. Sonrió. Emitió una especie de chillido victorioso. Entonces supo que tal cosa era posible y prosiguió afanosamente.
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-¡Hola! ¡Cuánto tiempo sin verte! ¿Donde te has metido?
-Pues me han operado y he estado convaleciente.
-¿Operado? ¿De qué?
-De los ojos. Me los he intercambiado de sitio.
-¿De sitio?¿Por qué?
-Era necesario. ¿Sabes? Gracias a ello ahora veo las cosas mucho más claras y concisas.
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Tenía cordones pero no tenía zapatos. Aun y así se los abrochó y salió feliz a pasear por la calle.
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Era una nueva especie. Una especie única de valor incalculable. Había nacido por generación espontánea, saltándose todas las reglas de la naturaleza. Era un hito en la historia de la evolución. Su tallo era verde, intenso, su flor de un amarillo brillante jamás visto en la gama de colores. El diseño de sus pétalos era espectacular. De una belleza sin igual.
Toby no sabía de nada de eso. Es más le importaba un puñetero carajo. Arrancó la nueva flor de un bocado, la masticó y como sabía horrible la escupió sobre la calzada. Luego levantó la pata y se meó sobre ella.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
-¡Sube!
– ¡No puedo!
-¡Pero si te falta poco para llegar a la cima!
-¡NO PUEDO!
-¡Si que puedes!
-¡No, no puedo!
-¡No te vas a rendir!
-¡NO! ¡QUÉ NO PUEDOOOOO!
-¿Y por qué no puedes?
-¡Porque pedazo de cabrón me estas pisando la mano!
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Ñelkj fpw eipoej pejl kejf ekjf, kelñd fnks hnkjgloñi erh, dmsn ba: ¡SJDHKAJPS!
Mnks ndjd ewjdnb euhun fcue. Piowenfd jende feinje, fdoisdury rkqed kj ahjsjdhu.
Eije dfejbnf, ejb e uihoefhfjkefn, kjhe. Skjhish fieuoqefd. Epyrn fiueyhfer bn eifuh fd.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
-¡Gluuuuub! ¡Glubbbbbb! ¡Glubbbbbbbb!
– ¿Qué dice que no le entiendo?
-¡GLUUUUUUUUUUUUBBBBBBBBBBB! ¡GLUUUUUUUUBBB!
– Que lastima. Si no se estuviera ahogando seguro que le entendería perfectamente.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
-¿Qué tres deseos quieres que te conceda? Le preguntó el genio nada más salir de la lámpara.
– Sólo quiero uno. Dijo el hombrecillo.
– ¿Uno? – Contestó el genio sorprendido.
– Si, uno.
– ¿Y cuál es ese deseo tan valioso y único?
– Que el mundo se quede tal como ya está.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
MEEEEC, MIC, MIC, MOOOOOOOC, BROOOOOM, BROOOOOM, ÑIAAAAUUUUUUUU, IIIIIIIIIIC, ¡Jopuuuuuuutaaa!, BROOOOOM, BROOOOOM, MOOOOC, MOOOOC, TOPTOPTOPTOPTOPTOP, MIIIIIIC, MOOOOOOOC, PAAAAABUUUUU, PAAAAABUUUUU, PAAAAABUUUUU, ROOOOAAAAAAAUUUUUU, ¡PRIIIIIIIT!
(Continuará; …seguro que continuará)
“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 1999 (Todos los derechos reservados)
Aun lo amaba, como el primer día, pese a que le estaba devorando dolorosamente las entrañas.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Érase una bala que se cruzó en el camino con otra.
-Hola ¿Hacia dónde vas?
-¡Ay, hola! Hacia el corazón del tipo que tengo enfrente. ¿Y tú?
-Yo voy directo al entrecejo del que te ha disparado.
-¡Pues qué vaya bien!
-¡Lo mismo digo! ¡Mucha suerte!
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
-¿1,2,3,4,5,6,7,8,9?
-¡NOOOOOOOOOOOOOOO! ¡A,B,C,D,E,F,G,H,I!
– ¡Ups!
¡BOUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUMMMMMMMM!
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Después de pagar por la noche en el hotel se dirigieron a la puerta principal, cargados con las maletas.
– ¡Qué tengan un buen viaje! – les deseó el botones.
– ¡Igualmente!- contestó efusivamente uno de ellos.
© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)
Entró en la panadería dispuesto a comprar una barra de cuarto. Había varias personas haciendo cola esperando su turno y pidió la vez, pero sólo había una.
– ¿El último, por favor?
– Soy yo.
– Gracias.
“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)
Aquella bomba era tan inteligente, que en lugar de estrellarse reventando contra un objetivo marcado por otros, decidió seguir volando y descubrir el mundo por si misma.
“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 1999 (Todos los derechos reservados)
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