No hay dos sin tres…

13 08 2008

Regresó de vacaciones. Se lo había pasado en grande, la felicidad le embriagaba. Habían sido las mejores vacaciones de toda su vida…
La primera hostia se la dieron al abrir el buzón de correo y ver la docena de cartas de los bancos anunciándole a bombo y platillo que estaba en números rojos. La segunda hostia fue descubrir que le habían robado en casa y no le habían dejado ni las telarañas. La tercera (y la más dura) fue despertarse en una cama de hospital seis meses después tras sufrir un terrible ataque al corazón.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)


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