Huida

1 07 2008

Corría y corría, se daba con las ramas de los árboles en la cara, se tropezaba con piedras gigantescas que encontraba en su camino, que a veces saltaba y que otras veces empujaba hacia los lados para hacerse camino.

No sabía muy bien de que o de quien huía, pero si sabía que fuese lo que fuese estaba cerca y a punto de atraparle.

En su desenfrenada carrera llegó hasta el borde de un acantilado, se detuvo unos segundos a pensar que podía hacer, si se quedaba allí, lo que le perseguía le daría alcance enseguida, no podía volver atrás y tampoco había mas salidas.

Sin pensarlo mas tomó impulso y saltó al vacío, no le sorprendió nada ver que volaba, o mas bien planeaba;le gustaba la sensación de libertad que experimentaba, por primera vez en mucho tiempo se sintió feliz y relajado.El aire era cálido y el sol templaba su cuerpo desnudo.

Todo era armonía, paz y silencio, hasta que en la lejanía empezó a escuchar el peculiar sonido de las sirenas de las ambulancias.

En cuestión de segundos sintió un fuerte golpe sobre todo el cuerpo y todo se tornó negro, frío y ruidoso.Poco a poco retornó el silencio, la paz y la armonía, volvía a sentirse de nuevo ligero y mas liviano que antes, solo escuchaba en la lejanía una voz que decía:» No se puede hacer nada por el, solo certificar el fallecimiento».

Cuando la policía entró en su apartamento se encontró todos los muebles tirados por el suelo, las cortinas arrancadas, las lámparas destrozadas y la puerta de la terraza abierta de par en par.

© Alegría- 2008 (Todos los derechos reservados)





Un nuevo punto de vista

24 06 2008

Por fin supo cómo evitar para siempre el dolor. Mientras su padre apaleaba su diminuto cuerpo con toda su ira él contemplaba la escena desde el techo, a través de la extraña perspectiva de su cuerpo astral.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Gris

23 06 2008

Cuando estaba subida en la azotea del edificio de correos todo el mundo quería escucharla, la policía, los bomberos, la psicología, incluso un montón de gente que no conocía y que le gritaba:”no saltes”.
Era la primera vez en su vida que le prestaban atención y la escuchaban, pero también fue la ultima.
Su gris existencia termino un día gris y sin importancia.

© Tristeza – 2008 (Todos los derechos reservados)





Lágrima Negra

19 06 2008

Se sentó al pie de la ventana, como cada día, durante cinco largos años. La habitación permanecía a oscuras, llena de polvo. Aquel lugar olía a rancio. A ella aquello no le importaba, esperaba con ansia a su amado, cada día, durante cinco largos años.
Lo vio aparecer por la esquina derecha de la ventana. Ella emitió un suspiro que sonó entre lamento y anhelo. Él no estaba sólo. Iba acompañado por otra mujer, ambos iban agarrados de la mano. Parecían muy enamorados. Ni siquiera se percataron de su presencia a varios metros de altura contemplándolos desde la ventana, como llevaba haciendo cada día, durante cinco largos años.
Ella los miraba con tristeza y envidia a través de sus ojos grises habitantes de un rostro pálido. Descubrió su brazo, bajo su jersey negro. Estaba lleno de cicatrices. Había dibujos como corazones rotos cubiertos de costra, también había letras, iníciales de todos los tamaños y formas. Algunos llevaban mucho tiempo grabados los había hecho ella, cada día, durante cinco largos años.
Buscó un espacio, le costó encontrarlo. Tomó la cuchilla y sin apartar la mirada de los amantes dibujó una especie de lágrima surgiendo como de un extraño ojo. La sangre no tardó en hacer acto de presencia, llenando la lágrima, dotándola de un tono oscuro y negro. Algunas gotas se cayeron al suelo. Se estrellaron mezclándose con los restos de otras gotas, secas. Gotas que llevaban mucho tiempo allí y que ella se había negado a limpiar, cada día, durante cinco largos años.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Game Over

18 06 2008

Saltó sobre la plataforma y esta comenzó a tambalearse sobre sus pies. Antes de que ésta cayese al vacio ya había alcanzado la siguiente sintiéndose a salvo. Pero no duraría mucho bajo sus pies. Además aún le quedaban otras 6. Salto la siguiente, la que le seguía y la que estaba a continuación. Todas ellas sin ninguna dificultad. Abajo, la lava bullía emitiendo grandes oleadas de calor y burbujas de un amarillo intenso como el corazón del sol. Su ropa se estaba agujereando por las chispas que salían de las burbujas y que se precipitaban indistintamente sobre su cuerpo. Cuando sólo quedaban dos plataformas más una de esas chispas le entró en un ojo. Emitió un chillido de dolor llevándose rápidamente la mano a los parpados. Aquello dolía horrores. Entonces perdió el ritmo y la concentración. La loseta de debajo de sus pies cedió por su peso y se vino abajo. Él la acompañó gritando de terror, agitando sus piernas y brazos en el aire como si tratase de un ave que intenta remontar el vuelo. Antes de tocar la superficie ardiente de la lava tubo un simple pensamiento: Se lamentó mucho de que aquello fuese la puñetera realidad y no se tratase de un videojuego.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Tan sólo un payaso…

18 06 2008

«Ante todo eres un payaso.» Eso no se lo podía quitar de la cabeza. Su objetivo era hacer reir, nunca hacer llorar. Se coloco al pie de la puerta, junto a las escaleras del gran edificio de cemento gris. Los niños no tardaron en llegar, estaban delgados, con los ojos hundidos, algunos hasta iban casi desnudos, dejando a la vista unas piernas que parecían las patas de una cigüeña o un pecho semejante a un xilófono. En cuanto lo vieron echaron a correr hacia él, alguno que otro reía. Él los recibió abriendo sus manos al aire y moviéndolas de un lado para otro como si saludase con ambas. Eso si, los niños no se pusieron en corro a su lado. Lo tenían prohibido. Formaron una fila casi delante de él.
Él comenzó su número habitual, consistente en lanzar bolas al aire y tratar de cogerlas, claro que no debía hacerlo ya que de esta forma no se reirían. Y de eso constaba su trabajo. Hacer reír. Muchos niños le miraba ilusionados, otros reían y un par lloraban de emoción. Los más pequeños, en brazos de sus hermanos más mayores aplaudían con sus manitas. Él podía verlos como lo miraban con sus ojos inmensos llenos de ternura e inocencia como si eso fuese algo realmente mágico. Ojala fuese así. «Ante todo eres un payaso» Se repitió de nuevo tratando de contener la ira, el odio, la impotencia, el llanto.
La guardiana comenzó a emitir alaridos alzando su fusta en el aire. Los niños, uno por uno, fueron entrando tras la gran puerta gris. Todos y cada uno de ellos fue despidiéndose del payaso, él les correspondió emitiendo sonidos divertidos de su boca, bueno, algún grito de dolor también se le escapó. «Ante todo eres un payaso.» Trataba de inculcarse.
Por un momento pudo ver cómo iban dejando sus pijamas de rayas en el suelo y un soldado les iba dando una pastilla de jabón. Muchos de ellos temblaban de frío y se arrimaban los unos a los otros apoyando sus manitas en la espalda de su compañero para darse calor. O para darse protección…
Entraron en tropel en las duchas. El soldado cerró la puerta de forma impasible. Al cabo de unos minutos se comenzaron a escuchar los golpes y los gritos. Un minuto más tarde sobrevino el silencio. «Ante todo eres un payaso.» Se repitió una y otra vez tratando de no llorar y de no estropear con ello su maquillaje.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)