Una sola pregunta.

20 06 2008

¿Estará construido mi ataúd? Pensó el hipocondríaco.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





La Busqueda.

20 06 2008

Recorrió el mundo buscándose a sí mismo sin ningún resultado. Cuando por fin llegó a casa y se asomó al espejo del cuarto de baño descubrió que por fin se había encontrado.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Irrealidad cotidiana

20 06 2008

Cerró los ojos y sus zapatillas dejaron de hablar.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Lágrima Negra

19 06 2008

Se sentó al pie de la ventana, como cada día, durante cinco largos años. La habitación permanecía a oscuras, llena de polvo. Aquel lugar olía a rancio. A ella aquello no le importaba, esperaba con ansia a su amado, cada día, durante cinco largos años.
Lo vio aparecer por la esquina derecha de la ventana. Ella emitió un suspiro que sonó entre lamento y anhelo. Él no estaba sólo. Iba acompañado por otra mujer, ambos iban agarrados de la mano. Parecían muy enamorados. Ni siquiera se percataron de su presencia a varios metros de altura contemplándolos desde la ventana, como llevaba haciendo cada día, durante cinco largos años.
Ella los miraba con tristeza y envidia a través de sus ojos grises habitantes de un rostro pálido. Descubrió su brazo, bajo su jersey negro. Estaba lleno de cicatrices. Había dibujos como corazones rotos cubiertos de costra, también había letras, iníciales de todos los tamaños y formas. Algunos llevaban mucho tiempo grabados los había hecho ella, cada día, durante cinco largos años.
Buscó un espacio, le costó encontrarlo. Tomó la cuchilla y sin apartar la mirada de los amantes dibujó una especie de lágrima surgiendo como de un extraño ojo. La sangre no tardó en hacer acto de presencia, llenando la lágrima, dotándola de un tono oscuro y negro. Algunas gotas se cayeron al suelo. Se estrellaron mezclándose con los restos de otras gotas, secas. Gotas que llevaban mucho tiempo allí y que ella se había negado a limpiar, cada día, durante cinco largos años.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Amor Amorfo

19 06 2008

La cosa oblonga se acercó a husmear a la cosa elíptica de forma tímida, con cierta precaución. La cosa elíptica emitió un respingo, aunque carecía de ojos parecía que estaba dormida y se había despertado de forma súbita. Su cuerpo palpitó, como el de un flan o el de un globo hinchado relleno de agua. La cosa oblonga emitió un gemido, agachando lo que parecía su cabeza y de forma sumisa. La cosa elíptica lo olisqueó, aunque careciese de nariz. En menos de un segundo ya estaban refregando sus orondos y palpitantes cuerpos.
Veinte segundos más tarde aparecieron diecinueve diminutas figuras esponjosas del interior de la cosa oblonga y diecisiete figuras oblicuas de la cosa elíptica. Todos ellos se arrullaron y se alejaron de plano arrastrando sus extraños e inmensos cuerpos. Juntos, para siempre para no separarse jamás.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Cosas de casa

19 06 2008

La mesa está triste, pensó él. Parece que se va a caer sin sus patas, no se mueve, le cuesta respirar… La miró con cariño y la acarició. La vació de papeles y, amorosamente, la desplegó. La limpió con dulzura. Le pidió disculpas por la marca que le dejó con la taza de café. La mesa le miró con desconfianza, parecía que iba a agradecerle los cuidados a destiempo, musitó algo, un tenue crujido de compromiso, y se quedó inmóvil. Él dio media vuelta y salió de la habitación.

Esa lámpara me roba mi espacio. Se inmiscuye en mis asuntos. Me observa. Me molesta cuando me ilumina con sus manías. Quiere que lo vea todo a su manera. Un día, un día, un día contrataré a alguien que la deje sin bombilla. Ya sabrá entonces lo que es vivir a oscuras.

El carrito de la compra no cambiaba nunca. Siempre vestía igual. Cuando estaba abierto y vacío adoptaba ese aire de eterno adolescente con ropa grande. Lleno, parecía siempre enfadado. No se lavaba casi nunca, a veces olía. Y ya tenía una edad. No sé cómo podía aguantarlo, día tras días, encerrado en su cuarto. Cuando se comparte una casa, hay que hablar más. Si no, ¿para qué? Así que empecé a comprar por internet y lo eché de casa.

© Eva Royo – 2008 (Todos los derechos reservados)





Sueño

19 06 2008

Quiero dormir, le dijo al médico. Él la miró condescendiente y la adoctrinó con todos los rituales establecidos para dormir bien. Cuando llegó a “No tome café después de las cinco”, ella dormía ya profundamente.

Quiero dormir de noche, le dijo al médico. Él le pasó un folleto con todos los rituales establecidos para dormir bien. Ella le dijo que ya los conocía y que no le servían de nada. Él le habló de unas pastillas. Tampoco le servían. El médico era orgulloso y sacó de un armario la botella de vodka que guardaba desde la boda de su secretaría. Al cabo de una hora, ambos dormían plácidamente.

Quiero dormir de noche y en una cama. Tengo el sueño cambiado. La mirada del médico atisbaba destellos de compasión entre los de rutina. La miró y le dio un billete a Australia, le contó que, cuando en España es de día, allí es de noche y le deseó buena suerte.

© Eva Royo – 2008 (Todos los derechos reservados)





La pelota

19 06 2008

Rodó, girando como una loca hacia un punto impreciso. Mientras rodaba contempló el mundo girando sobre sí misma. La gente de repente estaba cabeza arriba como de golpe cabeza abajo, como sucedía a los coches y resto de objetos que decoraban la calle. Rodó, siguió girando. Atravesó un charco y se refrescó de arriba a abajo, el agua estaba sucia pero por lo menos estaba fresquita. Lo quizás más rabia le daba mientras giraba era que se perdía gran parte de los detalles ya que iba a tal velocidad que no podía concentrarse en los detalles de lo que sucedía a su alrededor. Pero por otro lado el sentimiento de libertad compensaba todos los otros pesares. Rebotó, contra el borde de la acera, pero no por ello perdió velocidad, es más del impacto giró con mucha más fuerza sobre sí misma.
Los niños corrían tras ella, alzando las manos como para poder atraparla pero no lo conseguían. Ella iba más rápido. Atravesó la calle, esquivando por la inercia a varios vehículos, algunos niños se detuvieron, se escucharon varios frenazos y junto a ellos varios bocinazos. Quien no se detuvo fue su dueño, el niño tenía fija la mirada en ella, sus ojos hablaban de temor, temor a perderla y a no divertirse nunca jamás. No vio venir el coche. Fue todo muy rápido. El frenazo no consiguió detener el triste acontecimiento. Ella seguía rodando pero pudo ver al niño volar por los aires varios metros escupiendo un delgado chorro de sangre por la boca. Desde su extraña perspectiva le vio dar tres vueltas de campana por el aire antes de estrellarse en el suelo definitivamente ya inerte.
Ella siguió girando. Ya nadie la perseguía. Encontró una pendiente que hizo que frenase su velocidad. Entró por la puerta del parque chocando y rebotando por doquier hasta acabar reposando bajo un árbol, entre sus raíces fuera del alcance de la vista de cualquiera. Pasaron varias semanas hasta que otros niños la encontraron. Estaba muy sucia y algo deshinchada, pero serviría para darle unas buenas patadas, cosa que hicieron rodeándola entre un tumulto de pies y griterío.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Realidad

19 06 2008

Descubrió que no era de carne y hueso tras caerse de la estantería y romperse en mil pedazos.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Indigestión

19 06 2008

Sobrevoló el cielo, con sus alas de plata y su vestido de tul azul y purpura. Su vuelo era errático ya que hacía lo imposible por aguantarse el inmenso dolor de tripas. Aquella era la última vez que decidía comer mejillones. Nunca le sentaban bien pero tenían tan buena pinta… Cuando estaba a punto de llegar soltó una sonora flatulencia. Pero no venia sola. Tras ella le acompañaba un buen chorro de diarrea. La pequeña musa se sintió muy avergonzada y en cuanto terminó de defecar en el aire salió volando moviendo sus alas en modo turbo.
Abajo, sentado en un banco se encontraba un joven. Se llamaba Adolf. Lo acababan de expulsar de la academia de dibujo. Estaba indignado, pero también rabioso y desolado. Recibió el chorro de diarrea en toda la cabeza, cubriéndole de arriba a abajo. Suerte que no la vio porque era invisible. Lo que no era invisible era su efecto. «¡Ya se, dejaré el dibujo y me dedicaré a la política! ¡Cómo no se me había ocurrido antes!» Cargado de un nuevo entusiasmo arrojó los lienzos al cubo de la basura y se marchó raudo decidido a enfrentarse a una nueva aventura.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Visita inesperada

19 06 2008

Sonó el timbre. Caminó sigilosamente por el pasillo para no hacer ruido. Se arrimó a la superficie de la puerta, casi sin respirar. Miró a traves del diminuto agujero de la mirilla. Descubrió que era él mismo que venia a visitarse. Decidió no abrir. No le apetecía ni lo más minimo tener que hablar horas y horas consigo siempre de lo mismo.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





A contracorriente

18 06 2008

Descubrió que leyendo los cuentos por el final eran mucho más divertidos. Las historias cobraban otro sentido. En los reinos ya se habían comido las perdices y vivido felices. Los malos resucitaban de su muerte horrenda y los ogros y los duendes se iba a dormir a sus cuevas donde supuestamente había permanecido allí desde tiempos inmemorables. Las princesas se desenamoraban y volvían al los brazos de su padre, el rey, que resucitaba de una muerte misteriosa. Las madrastras malvadas se desdecían de sus planes y pasaban del odio a la indiferencia, ya que las princesas volvían a ser niñas y su belleza se ocultaba disfrazada de candidez. Además como ya sabía cómo iba a acabar todo quedaba la incógnita de cómo el cuento iba a comenzar. Eso era lo más bonito para ella. Lo más interesante. Saber cómo podían comenzar las cosas.

Dedicado a mi niña Laura. Inconformista hasta la médula pero en el fondo una personita encantadora.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Vacío

18 06 2008

“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)





Talasofobia

18 06 2008

Por fin se había decidido a meterse en el agua. Después de acudir al psicólogo durante 12 años para vencer su miedo al mar. Sintió el agua en sus pies y se estremeció. Tenía que superarlo. Avanzó con miedo pero decidida, con su esplendido bikini nuevo y su pelo ondeándole al viento. Se sentía bien a pesar de todo. Lo estaba superando, sentía que lo estaba superando…
El cometa se estrelló contra el océano con una fuerza devastadora. La inmensa ola que se formó tras el impacto barrió todo lo que se encontraba en 5000 kilómetros a la redonda en escasos segundos.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Por los pelos

18 06 2008

Aparcó el coche en la 4 planta del parking subterráneo. Cuando avanzaba hacia la salida escuchó el estruendo, como el de una vibración intensa. Pensó que era el metro que pasaba varios metros más abajo. Lo curioso era que le pareció que el sonido venía desde otro lugar, como desde arriba. Cuando se acercó al ascensor ya no le dio la menor importancia. Ni se percató de la polvareda que bajaba por una de las escaleras que conducían a los pisos superiores.
Cuando abrió la puerta principal se quedó boquiabierta. Ahí donde antes había una ciudad bulliciosa, llena de coches y peatones ahora reinaba el infierno. Todo eran cadáveres humeantes, ruinas y coches volcados en llamas o apilados los unos sobre los otros en ángulos imposibles.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Game Over

18 06 2008

Saltó sobre la plataforma y esta comenzó a tambalearse sobre sus pies. Antes de que ésta cayese al vacio ya había alcanzado la siguiente sintiéndose a salvo. Pero no duraría mucho bajo sus pies. Además aún le quedaban otras 6. Salto la siguiente, la que le seguía y la que estaba a continuación. Todas ellas sin ninguna dificultad. Abajo, la lava bullía emitiendo grandes oleadas de calor y burbujas de un amarillo intenso como el corazón del sol. Su ropa se estaba agujereando por las chispas que salían de las burbujas y que se precipitaban indistintamente sobre su cuerpo. Cuando sólo quedaban dos plataformas más una de esas chispas le entró en un ojo. Emitió un chillido de dolor llevándose rápidamente la mano a los parpados. Aquello dolía horrores. Entonces perdió el ritmo y la concentración. La loseta de debajo de sus pies cedió por su peso y se vino abajo. Él la acompañó gritando de terror, agitando sus piernas y brazos en el aire como si tratase de un ave que intenta remontar el vuelo. Antes de tocar la superficie ardiente de la lava tubo un simple pensamiento: Se lamentó mucho de que aquello fuese la puñetera realidad y no se tratase de un videojuego.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Derechos de Autor

18 06 2008

A resultas de aquel accidente tuvieron que amputarle los dos piés.

– Pero eso no va a ser ningún problema – le tanquilizó el cirujano -, en esta ciudad vive el mejor ortopeda del mundo, es un gran especialista y sus trabajos son considerados en todas partes como verdaderas obras de arte.

El médico no exageraba. Cuando fué a visitar la consulta del ortopeda se quedó maravillado. Las paredes estaban cubiertas con expositores llenos de apéndices, miembros y extremidades artificiales de todo tipo construídas en todos los materiales imaginables. Había piernas y manos biónicas de tecnología de última generación, controladas por inteligencia artificial y cubiertas por una capa de piel orgánica cultivada que las hacía indistinguibles de las naturales. Había dedos, narices y orejas elaborados en silicona, porcelana, aluminio, titanio, metales preciosos, plata y oro, algunos de los cuales eran más bien obras de orfebrería.

Algunas de aquellas piezas estaban diseñadas especialmente para realizar trabajos que requerían una fuerza o una destreza física extraordinaria para los que los miembros naturales no eran suficiente. Entre sus clientes más famosos había pianistas de renombre, pintores, escultores y deportistas internacionales.

Aquel hombre era mucho más que un ortopeda, era un verdadero artista.

– ¿Qué desea? – le preguntó desde el mostrador nada más verle entrar en la tienda.

– Pues verá, he tenido un accidente y necesito dos piés nuevos -, le respondió él desde la silla de ruedas.

– Ah, ya veo. ¿Y los desea de algún tipo especial? ¿es Ud. bailarín? ¿corredor olímpico? ¿vendedor a domicilio? ¿deportista de élite…?

– No, no. En realidad no los uso demasiado. Soy informático y me paso el día sentado. Pero me gustaría que fueran lo más naturales posible, talla 42 a poder ser, y ya puestos, que tengan un diseño elegante.

– No se preocupe. Tengo justo lo que necesita.

El ortopeda salió de detrás del mostrador y empujando la silla le llevó hasta una habitación contigua en la que dos grandes vitrinas cubrían toda la pared del fondo, desde el suelo hasta el techo. A un lado los piés izquierdos, al otro los piés derechos.

Al ver aquel espectáculo no pudo contener las lágrimas de emoción.

– ¡Oh! ¡Sí, sí! ¡Qué maravilla! Quiero un par de piés como aquellos de allí. Uno de cada, izquierdo y derecho.

– Ah, vaya… ¿uno de cada? – le respondió el ortopeda un tanto contrariado – lo siento muchísimo pero eso no va a poder ser. Tengo que servirle dos pies izquierdos.

– ¡¡¡ ¿Dos piés izquierdos? !!! ¿Pero cómo es posible? ¿que hago yo con dos pies izquierdos?

– Verá Ud., no quisiera sonarle arrogante, soy un excelente ortopeda, un artista profesional, todas mis obras son diseños exclusivos de autor, y yo tengo que vivir de mi trabajo. Además, aunque quisiera no podría venderle otra cosa, la sociedad de autores se me echaría encima con su ejército de abogados: Todos los derechos están reservados.

“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)






Tan sólo un payaso…

18 06 2008

«Ante todo eres un payaso.» Eso no se lo podía quitar de la cabeza. Su objetivo era hacer reir, nunca hacer llorar. Se coloco al pie de la puerta, junto a las escaleras del gran edificio de cemento gris. Los niños no tardaron en llegar, estaban delgados, con los ojos hundidos, algunos hasta iban casi desnudos, dejando a la vista unas piernas que parecían las patas de una cigüeña o un pecho semejante a un xilófono. En cuanto lo vieron echaron a correr hacia él, alguno que otro reía. Él los recibió abriendo sus manos al aire y moviéndolas de un lado para otro como si saludase con ambas. Eso si, los niños no se pusieron en corro a su lado. Lo tenían prohibido. Formaron una fila casi delante de él.
Él comenzó su número habitual, consistente en lanzar bolas al aire y tratar de cogerlas, claro que no debía hacerlo ya que de esta forma no se reirían. Y de eso constaba su trabajo. Hacer reír. Muchos niños le miraba ilusionados, otros reían y un par lloraban de emoción. Los más pequeños, en brazos de sus hermanos más mayores aplaudían con sus manitas. Él podía verlos como lo miraban con sus ojos inmensos llenos de ternura e inocencia como si eso fuese algo realmente mágico. Ojala fuese así. «Ante todo eres un payaso» Se repitió de nuevo tratando de contener la ira, el odio, la impotencia, el llanto.
La guardiana comenzó a emitir alaridos alzando su fusta en el aire. Los niños, uno por uno, fueron entrando tras la gran puerta gris. Todos y cada uno de ellos fue despidiéndose del payaso, él les correspondió emitiendo sonidos divertidos de su boca, bueno, algún grito de dolor también se le escapó. «Ante todo eres un payaso.» Trataba de inculcarse.
Por un momento pudo ver cómo iban dejando sus pijamas de rayas en el suelo y un soldado les iba dando una pastilla de jabón. Muchos de ellos temblaban de frío y se arrimaban los unos a los otros apoyando sus manitas en la espalda de su compañero para darse calor. O para darse protección…
Entraron en tropel en las duchas. El soldado cerró la puerta de forma impasible. Al cabo de unos minutos se comenzaron a escuchar los golpes y los gritos. Un minuto más tarde sobrevino el silencio. «Ante todo eres un payaso.» Se repitió una y otra vez tratando de no llorar y de no estropear con ello su maquillaje.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Curriculo Vitae

18 06 2008

Me llamo Tobías y soy un personaje de cuento. Si me moldean bien se hacer reír, llorar, enamorarme bajo el sol del horizonte o entre una lluvia intensa con el cuerpo medio hundido en un lodazal. Se luchar con espada, montar a caballo, bucear e ir en bicicleta. También dispongo de carnet de conducir y se hacer escenas arriesgadas si se precia. Si me ponen alas y me dan superpoderes puedo hasta volar y luchar contra supervillanos. Se disparar y utilizar todo tipo de armas y cambiar mi fisonomía al antojo de cualquier autor o trama. Puedo protagonizar cuentos cortos, ultracortos o breves. Puedo incluso ser el eje central de una novela o trilogía. Doy tanto de mí que puedo incluso competir con personajes de la talla de Sherlock Holmes, Drácula, James Bond o Frodo Bolson. Para mí sería un placer ser protagonista o secundario de una de sus obras.

Les saluda Atentamente:
Tobías O´Connor.
Neurona G-A 7865476
Lóbulo Izquierdo Centro.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Alma de Cántaro

18 06 2008

De tanto ir a cantar a la fuente, al final se le rompió el alma.

“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)





Estirpe de Matemáticos

17 06 2008

– Papá, papá, cuéntame algo…

– ¿Qué quieres que te cuente?

– No sé …un cuento que no se acabe nunca: ¡El de la familia numerosa!

– Está bien, está bien: «Había una vez una familia de números que eran todos primos entre sí. Estaban el número 1, el 2, 3, 5, 7, 11, 13, 17, 19, 23, 29, 31, 37, 41, 43, 47, 53, 59, 61, 67, 71, 73, 79, 83, 89, 97…».

“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)





Alta Sociedad

17 06 2008

– ¿A qué piso?

“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)





Lapsus

17 06 2008

a, e, i, o… o… o… o…

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Un Grito en la Oscuridad

17 06 2008

¡Ay!

“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)





Final Sorpresa

17 06 2008

Todo acabó de repente, antes incluso de haber empezado.

“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)





Sombreros.

17 06 2008

-Pruébese éste…- Le dijo la dependienta mostrándole una preciosa Pamela adornada con un delicado lazo violeta.
La mujer se lo acercó a la cabeza. La Pamela descendió hasta cubrirle casi los ojos.
-¿A ver?… Huy, no. Me va muy grande.
-¿Grande? Pero si es de su medida. ¿A ver éste? – Le comentó mientras le entregaba un sombrero de fieltro sin alas y decorado con deliciosas cerezas artificiales.
El sombrero descendió hasta casi la altura de la punta de la nariz.
-También… También me va grande. – Dijo la mujer con un sofoco.
-¡No puede ser es imposible! – Resopló la dependienta. Entre las dos habían conseguido llamar la atención de la mitad de compradores de la tienda. Algunos de ellos ocultaban su sonrisa tras unos impolutos guantes blancos. – A ver si con este va mejor la cosa…
La mujer se acercó otra Pamela confeccionada en punto, blanca con una cinta fina y roja alrededor. No sobrepasó de su coronilla.
-¡Es demasiado pequeño! – Comentó indignada.
-¿Pequeño? ¡Pero si es de la misma medida que los otros!
– Pues no lo entiendo. – respondió ofuscada la dependienta- Yo…
– Yo si lo entiendo.- Interrumpió entonces el dueño de la sombrerería. Un señor orondo, bajito, de cabello blanco y con un bigote descomunal acabado en punta – El problema no es de los sombreros.- Comentó el caballero mientras se quitaba el monóculo de su ojo derecho y comenzaba a limpiarlo con un pañuelo.- Nunca es de los sombreros. Aquí quien sí tiene un problema es su cabeza, señora ya que no deja domesticarse y hace todo lo posible para que nada ni nadie la pueda vestir. Me temo que como no ponga remedio inmediato jamás podrá lucir una obra de arte como las nuestras en lo alto de su mollera.
Acto seguido se colocó el monóculo en el ojo y comenzó a reírse, a carcajada limpia. Como el resto de compradores que habitaban su establecimiento.

Basta decir que la dama salió del establecimiento y no volvió nunca jamás.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Quien no se arriesga… no pierde.

17 06 2008

Entró en el Hall de la casa. Olía extraño. Todo estaba muy oscuro. Cuando encendió la linterna pudo ver que las paredes estaba decoradas de color rojo, como parte del techo y la mullida alfombra que estaba pisando. Al fondo del pasillo vislumbró el marco de una puerta, con una pared tras de él. Un extraño viento cálido surgía de su interior. Comenzó a avanzar. Había mucha humedad en su interior. Le costaba respirar. Minutos antes alguien le había advertido que no hiciese el más mínimo ruido o la casa se daría cuenta de su presencia y entonces sería su fin.
Le gustaban las apuestas. Cuanto más arriesgadas mejor. Había mucho dinero en juego y éste ya le estaba quemando en el bolsillo. No creía en casas encantadas, ni en espíritus, ni en seres sobrenaturales, así que lo que menos tenía era miedo. «¿Vas a entrar en la casa más encantada del mundo y ni siquiera tiemblas de terror?» Él se rió recuerda haberle propinado a su apostador una palmadita en la mejilla. A acto seguido entró en el caserón.
Hacía bastante calor dentro. Se quitó la chaqueta y la arrojó sobre la alfombra. Solo tenía que permanecer en la casa unos diez minutos no más. Habría sido la persona que más tiempo habría permanecido dentro, la única superviviente. Miró el reloj. Quedaban aun ocho minutos y de momento no había sucedido nada. Avanzó varios pasos más hasta llegar casi al marco de la puerta que conducía al pasillo… un momento, aquello no era un pasillo. Aquello era un túnel sin escaleras y sin fondo. De repente el suelo se movió, de forma brusca, violenta como si se encontrase en el mismo epicentro de un terremoto. Un sonido gutural llegó desde el interior del túnel. Era como uno de esos sonido emitido por una ballena pero ralentizado. Sonaba como algo demencial.
Rebotó sobre la alfombra dándose dolorosos cabezazos que lo dejaron aturdido. Cayó hacia la izquierda, golpeándose con unos extraños adornos arrimados a una de las paredes. Eran muy duros y le hicieron mucho daño. Parecían como un cúmulo de sofás o armarios alienados fabricados de un material muy duro. Tanteó por el suelo. Estaba muy húmedo, cada vez más. Tras dos intentonas alcanzó la linterna que se le había apagado. Al encenderla dirigió el rayo de luz hacia el techo. Éste parecía haberse encogido considerablemente, de repente lo vio de nuevo subir y bajar y subir. Apuntó el haz de luz hacia los objetos duros que habían golpeado su cabeza. Emitió un grito desgarrador ¡Aquello no eran muebles! ¡Eran dientes! Trató de alcanzar la salida pero le fue imposible. La enorme alfombra se lo impidió.
Murió al tercer bocado luego fue tragado linterna incluida. El apostador que esperaba fuera sonrió. Acarició la comisura de la puerta y descendió por las escaleras silbando una absurda canción. Tenía el bolsillo lleno de dinero. Mucho dinero. Y pensaba gastárselo.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Obsesiva Compulsiva.

17 06 2008

Comenzó a limpiar con obsesión, una, dos o tres docenas de ocasiones la misma superficie de la loseta. Por mucho que la limpiase no la veía limpia. Insistió sin descanso, arrodillada sobre el suelo. No dormía ni comía a penas. Sólo quedó satisfecha cuando 50 años más tarde consiguió borrar un milímetro de la superficie y ver asomarse la nada. Sonrió. Emitió una especie de chillido victorioso. Entonces supo que tal cosa era posible y prosiguió afanosamente.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Nueva Perspectiva.

17 06 2008

-¡Hola! ¡Cuánto tiempo sin verte! ¿Donde te has metido?
-Pues me han operado y he estado convaleciente.
-¿Operado? ¿De qué?
-De los ojos. Me los he intercambiado de sitio.
-¿De sitio?¿Por qué?
-Era necesario. ¿Sabes? Gracias a ello ahora veo las cosas mucho más claras y concisas.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Zapatos Nuevos

16 06 2008

Tenía cordones pero no tenía zapatos. Aun y así se los abrochó y salió feliz a pasear por la calle.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





ADN

16 06 2008

Era una nueva especie. Una especie única de valor incalculable. Había nacido por generación espontánea, saltándose todas las reglas de la naturaleza. Era un hito en la historia de la evolución. Su tallo era verde, intenso, su flor de un amarillo brillante jamás visto en la gama de colores. El diseño de sus pétalos era espectacular. De una belleza sin igual.
Toby no sabía de nada de eso. Es más le importaba un puñetero carajo. Arrancó la nueva flor de un bocado, la masticó y como sabía horrible la escupió sobre la calzada. Luego levantó la pata y se meó sobre ella.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Desafío Truncado

16 06 2008

-¡Sube!
– ¡No puedo!
-¡Pero si te falta poco para llegar a la cima!
-¡NO PUEDO!
-¡Si que puedes!
-¡No, no puedo!
-¡No te vas a rendir!
-¡NO! ¡QUÉ NO PUEDOOOOO!
-¿Y por qué no puedes?
-¡Porque pedazo de cabrón me estas pisando la mano!

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Apocalípsis

16 06 2008

Tantos desastres, tantas desgracias, tantas señales: terremotos, inundaciones, epidemias; el hermano que se levanta contra el hermano, el padre que mata a sus hijos, los hijos que asesinan a sus padres. La cólera, el odio, la ira, el terror dueño de las calles. Hambre, frío, enfermedad, desesperación. Todas las cuartetas de Nostradamus desveladas, los restos de la Atlántida al descubierto, el último Papa expulsado del solio de Roma. Cometas, rayos fulminantes que castigan a los injustos, cuerpos de monstruos marinos varados en las playas, y el milenio al filo de su caída. Se podría decir que las revelaciones anunciadas por el Apocalípsis estaban a punto de culminar; …hasta que aquella misma tarde comenzaron a sonar las trompetas del Juicio Final.

Primero fué un zumbido lejano, monótono, difuso y apenas audible; pero conforme pasaban las horas el sonido se hacía más persistente y más profundo, haciendo vibrar las paredes de su apartamento. Parecía no venir de ningún sitio y de todas direcciones a la vez. Un zumbido insoportable que taladraba los oídos y penetraba en su cabeza. Una nota de trompa recogía a la siguiente, los siete cuernos del cielo soplaban a la vez con aliento exterminador abriéndose paso hacia él hasta que ya no pudo resistirlo más. El cielo se abrió en un crujido infernal desatando el galope de sus cuatro jinetes vestidos de fuego, zafiro, y azufre.

“Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos” (Ap.9/6).

Gabriel se arrojó presa del pánico a través de la ventana del salón. El golpe contra el cristal le dejó medio aturdido, pero su cuerpo lo atravesó sin dificultad haciéndolo añicos. Fuera, todavía colgando ingrávido del vacío, le sorprendió la fresca serenidad de la noche. A sus pies, varias decenas de metros más abajo, la ciudad vibraba con su bullicio habitual y el sonido de las trompetas había cesado por completo.

Mientras su cuerpo empezaba a caer con peso uniformemente acelerado, Gabriel se sintió repentinamente invadido por la angustiosa duda del agnóstico:

¡¡¡ ¿Y si todo su temor sólo hubiera sido el crujir de una cisterna y el lamento de unas cañerías viejas? !!!

“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 1999 (Todos los derechos reservados)





Cuento para analfabetos.

16 06 2008

Ñelkj fpw eipoej pejl kejf ekjf, kelñd fnks hnkjgloñi erh, dmsn ba: ¡SJDHKAJPS!
Mnks ndjd ewjdnb euhun fcue. Piowenfd jende feinje, fdoisdury rkqed kj ahjsjdhu.
Eije dfejbnf, ejb e uihoefhfjkefn, kjhe. Skjhish fieuoqefd. Epyrn fiueyhfer bn eifuh fd.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





La cabra

16 06 2008

Érase que se era un granjero que tenía una cabra que daba la mejor leche del reino. Un buen día la cabra se le puso muy enferma y nadie a leguas a la redonda podía ayudarle. El granjero desesperado se puso a llorar al borde de un pozo.
-¿Por qué lloras buen hombre? – Escucho como le decía una vocecilla desde el fondo del pozo. El granjero se asomó. A lo lejos chapoteando en el agua había un hombrecillo de nariz alargada y orejas puntiagudas.
– ¿Quién eres? ¿Qué haces en el fondo de mi pozo?
– Soy el duende del pozo Si me ayudas a salir de aquí te concederé el deseo que tú quieras.
– ¡Mi cabra! ¡Quiero que cures a mi cabra!
– Eso está hecho. Pero a cambio tendrás que darme algo.
– Pero si ya te lo habré concedido – exclamó el hombre.- ¡Te habré sacado del pozo!
– Si no hay trato despídete de tu cabra.
– No, no quería ofenderte. Te sacaré de aquí y te daré lo que tu quieras pero te lo suplico, cura a mi cabra.
El hombre arrojó una cuerda y sacó al duendecillo del pozo. Éste se acercó y haciendo un par de pases mágicos sanó al animal.
El hombre no salía de su asombro, estaba pletórico de felicidad.
-¡Gracias!¡Un millón de gracias!.- le repetía besándole las manos y los pies.
-Ahora me tienes que conceder un deseo a mí. – Sentenció el hombrecillo.
– Lo que tú quieras. ¡Tus deseos son ordenes!
– Quiero quedarme con tu cabra.
-¿Cómo?
– Ya lo has oído bien quiero quedarme con tu cabra. Si no es así volveré a dejarla como estaba. Tú decides.
– De acuerdo. Llévatela. No la mates.
Y el duendecillo agarró a la cabra y tras un chasquido de dedos ambos desaparecieron y no regresaron jamás

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





¡Glub!

16 06 2008

-¡Gluuuuub! ¡Glubbbbbb! ¡Glubbbbbbbb!
– ¿Qué dice que no le entiendo?
-¡GLUUUUUUUUUUUUBBBBBBBBBBB! ¡GLUUUUUUUUBBB!
– Que lastima. Si no se estuviera ahogando seguro que le entendería perfectamente.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Mundo perfecto.

16 06 2008

-¿Qué tres deseos quieres que te conceda? Le preguntó el genio nada más salir de la lámpara.
– Sólo quiero uno. Dijo el hombrecillo.
– ¿Uno? – Contestó el genio sorprendido.
– Si, uno.
– ¿Y cuál es ese deseo tan valioso y único?
– Que el mundo se quede tal como ya está.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Cuento Urbano

16 06 2008

MEEEEC, MIC, MIC, MOOOOOOOC, BROOOOOM, BROOOOOM, ÑIAAAAUUUUUUUU, IIIIIIIIIIC, ¡Jopuuuuuuutaaa!, BROOOOOM, BROOOOOM, MOOOOC, MOOOOC, TOPTOPTOPTOPTOPTOP, MIIIIIIC, MOOOOOOOC, PAAAAABUUUUU, PAAAAABUUUUU, PAAAAABUUUUU, ROOOOAAAAAAAUUUUUU, ¡PRIIIIIIIT!

(Continuará; …seguro que continuará)

“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 1999 (Todos los derechos reservados)





Amor Zombi

16 06 2008

Aun lo amaba, como el primer día, pese a que le estaba devorando dolorosamente las entrañas.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Duelo bajo el sol

16 06 2008

Érase una bala que se cruzó en el camino con otra.
-Hola ¿Hacia dónde vas?
-¡Ay, hola! Hacia el corazón del tipo que tengo enfrente. ¿Y tú?
-Yo voy directo al entrecejo del que te ha disparado.
-¡Pues qué vaya bien!
-¡Lo mismo digo! ¡Mucha suerte!

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Error de cálculo

16 06 2008

-¿1,2,3,4,5,6,7,8,9?
-¡NOOOOOOOOOOOOOOO! ¡A,B,C,D,E,F,G,H,I!
– ¡Ups!
¡BOUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUMMMMMMMM!

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Viajar es un placer.

16 06 2008

Después de pagar por la noche en el hotel se dirigieron a la puerta principal, cargados con las maletas.

– ¡Qué tengan un buen viaje! – les deseó el botones.

– ¡Igualmente!- contestó efusivamente uno de ellos.


© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Érase una sola vez

16 06 2008

Entró en la panadería dispuesto a comprar una barra de cuarto. Había varias personas haciendo cola esperando su turno y pidió la vez, pero sólo había una.

– ¿El último, por favor?

– Soy yo.

– Gracias.

“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 2008 (Todos los derechos reservados)





Bomba Inteligente

16 06 2008

Aquella bomba era tan inteligente, que en lugar de estrellarse reventando contra un objetivo marcado por otros, decidió seguir volando y descubrir el mundo por si misma.

“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 1999 (Todos los derechos reservados)





Había

16 06 2008

Había una vez, …pero había tan poco que se acabó enseguida.

“Cortos sin Filtro” © Pep Bussoms -1999 (Todos los derechos reservados)







La otra plaga

16 06 2008

Se escuchó un ruido, como un objeto de vidrio que se rompía. Los dos miraron el suelo en silencio. Luego se miraron entre ellos: «¡Te dije que no jugases con las muestras de virus!»

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Limpieza general

16 06 2008

– ¡Esto no sirve!¡Esto no sirve!¡Esto tampoco!¡Esto mucho menos!¡Huy!¿Esto para qué lo quiero! ¿Y esto para que mierd…

A la mañana siguiente, cuando llegó su mujer de trabajar, se lo encontró en el suelo, tumbado, abierto en canal y con todas las partes internas de su cuerpo alrededor suyo. Menos en su mano derecha donde aun reposaba su corazón.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





La Plaga

16 06 2008

Había una vez un pueblo hambriento y desgraciado, que un día se vió invadido por una terrible plaga de perdices,

…y todos fueron felices porque comieron.

“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 1999 (Todos los derechos reservados)





Tan Tímido

16 06 2008

Había una vez un niño tan tímido, tan tímido, tan tímido que se pasaba todo el día sonrojado. Colorín, le llamaban.

…y con Colorín colorado, este cuento se ha acabado.

“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 1999 (Todos los derechos reservados)





Sin Noticias

16 06 2008

Había una vez un palacio muy pequeño, muy pequeño en una ciudad muy lejana de un país muy, muy, muy, muy antiguo.

Tan antiguo era el país, tan lejana la ciudad y tan pequeño era el palacio, que hasta el día de hoy aún no nos ha llegado historia alguna sobre ninguno de ellos.

“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 1999 (Todos los derechos reservados)





¡Feliz Cumpleaños!

16 06 2008

-¡Pide un deseo!- Vitorearon los invitados con fuerza.

-¡Ya está!

-Pues sopla hijita, sopla con todas tus fuerzas.- Le animó su madre.

Sopló y todo absolutamente todo desapareció.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Estímulo Creativo

16 06 2008

Ella cerró el libro de Calders y se lo llevó a los labios pensativamente. Al poco rato levantó la vista y me preguntó con aire desafiante si yo sería capaz de escribir un microcuento como los suyos. Entonces me armé de valor, le miré fíjamente a los ojos y respondí: «Con tal de darme un revolcón contigo sería capaz de cualquier cosa».

“Cortos Sin Filtro” © Pep Bussoms – 1999 (Todos los derechos reservados)





Érase que se era en el reino de los centollos…

15 06 2008

– ¿Mamá, es seguro este castillo?- Preguntó la princesa centollita a su madre la centolla.

– Claro que si cariño, ¿Por qué preguntas eso?

– Por que anoche soñé que venían las olas salvajes y lo derrumbaban.

– No tienes que preocuparte.-Dijo la reina centolla quitándole importancia.- Este castillo es muy fuerte. Porque aunque esté construido con arena está hecho con mucho amor y eso lo hace prácticamente indestructible.

La centollita sonrió desde su cama, aliviada. La reina centolla besó la frente de su hija, la arropó con algas verdes del mar y le cantó una canción para que se durmiera. Y así lo hizo.

Afuera, en la playa, el rey centollo ayudado por el príncipe centollito apilaban, incansables docenas de cantos rodados, pedazos de coral rojo y restos de conchas marinas alrededor del castillo. Ambos construían un muro infranqueable para un castillo hermoso, de varias plantas, adornado con diminutas estrellas de mar y reforzado sobre recias columnas de coral negro brillante y reluciente como si lo hubiesen acabado de pulir.

La reina centolla salió al exterior. Alzó la mirada y contempló el imponente edificio. Ella también había sentido el mismo pavor que su hija. Tenía mucho miedo que ese castillo se viniese a bajo, ya sea por culpa del viento, de la ira del mar o del pisotón desafortunado de cualquier pié extraño.

– “¡La arena es tan frágil!” – Pensó atemorizada. Se acarició en vientre con las dos pinzas. Sintió como el pequeño centollito que estaba a punto de nacer se movía en su interior, bajo su coraza.

Entonces se acordó de algo que le dijeron tiempo atrás. No se acordaba cuándo ni quién. Pero es una frase que le disipó definitivamente todos sus temores: «La arena si está mojada es más dura que la piedra.»

La reina centolla suspiró tranquila. Observó como el rey y el príncipe acababan de reforzar los muros y se quedó prendada de la increíble puesta de sol que se ocultaba por el horizonte.

Dedicado con muchísimo cariño a Mónica, Adrián, Hugo, Lua y a su futura familia.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





Renacimiento

15 06 2008

Lo arrojó a la fuente, como pudo. Ya estaba medio despierto. Mientras evitaba que escapase se autoconvencía de que aquello era lo mejor que podía hacer por él. Aun no había madurado lo suficiente, suele pasar en muchos casos. Él era un tirano, un arrogante, un egoísta y un llorica. La agarró con fuerza de una de sus manos. Ella gritó sin poder quitar la mirada del anillo de bodas que aun lucía en su dedo. Luchó como una jabata por aguantarle la cabeza bajo el agua. Con todas sus fuerzas. Él seguía tirando de ella, con algo de menos fuerza. Por un momento le pareció oírlo gritar bajo el agua, pero no estaba muy segura. Ella jadeaba y emitía de vez en cuando unos resoplidos densos como los de una antigua máquina de vapor. Trataba en todo momento de no ser arrastrada.

Tardaron más o menos un minuto en dejar de salir burbujas de debajo del agua. Se dio cuenta de que ya no respiraba porque él soltó su antebrazo con una delicadeza poco habitual. Esperó media docena de segundos, tal y como le habían indicado. En cuanto volvieron a aparecer las burbujas tiró de él con fuerza. Ya no le fue tan difícil. No como al principio. Su cuerpo pesaba muchísimo menos y medía por lo menos un cuarto de lo que media con anterioridad. Ya no había anillo de compromiso, ni reloj, ni vello en el anverso de la palma de su mano. Lo tomó en brazos, las ropas que había llevado antes era ahora simples guiñapos. Nada acordes con lo que en ellas cobijaban. Chorreaban agua a borbotones. Ella se las quitó y enseguida lo arropó con muchísima ternura en una manta. Miró al rostro del infante. Sonrió. Fue correspondida. Lo metió en el cochecito con ternura. Mientras se alejaban hacia el horizonte ella comenzó a entonar una nana.

Para Meggan/Hormiga que vive y trabaja con ilusión para la infancia.

© Richard Archer – 2008 (Todos los derechos reservados)





¿Por qué eres mi padre?

20 05 2008

– Vaya, hijo, no sabía que se podía escoger.

© Amparo Bernard – 2008 (Todos los derechos reservados)